OBSERVANDO LA LUNA: Mikel, Txusgu y los efectos del Albedo

Desde hace ya muchos meses tenía una “deuda pendiente” con los compañeros de la asociación Mikel y Txusgu y con esta sección de nuestra web. Pues bien, Mikel y Txusgu hace tiempo sacaron unas imágenes espectaculares de dos zonas de la luna, con dos equipos muy diferentes y un denominador común, la cámara planetaria ZWO ASI120. Los resultados fueron tan prometedores que merecían un artículo en esta sección de nuestra web.

Fotografía de Mikel Martínez: cráteres Atlas y Hércules

Esta fotografía la consiguió nuestro compañero Mikel Martínez en el mes de abril de 2015 empleando su newton 200 F5, una barlow Televue x5 y la mencionada cámara ZWO ASI120:

 

 

En ella se pueden observar dos grandes cráteres de aspecto juvenil (paredes prominentes y pico central remanente en el caso de Atlas). El cráter Atlas, el más grande de los dos, tiene un diámetro de 87 km y una profundidad de 2,0 km, mientras que Hércules alcanza los 69 km de diámetro y los 3,2 km de profundidad. Por cierto Atlas en el nº72 de la lista Lunar-100, otro más a la saca…
Al margen de estos datos geográficos (o debería decirse selenográficos?), creo que a estas alturas muchos de vosotros os habréis fijado en ese intrincado patrón de fracturas que surca el interior del cráter Atlas, no? Eso es, se trata nuevamente de un cráter de tipo FFC (Fractured Floor Crater) o cráter de suelo fracturado de los cuales ya hemos hablado en artículos previos. Lo curioso es que en este caso, las fracturas (llamadas rimae Atlas) no se reparten por los bordes del fondo del cráter, como sucede a grandes rasgos por ejemplo en los cráteres Alphonsus o Posidonius, si no que parecen seguir un patrón mixto, con una red aproximadamente radial y fracturas esporádicas en los márgenes del fondo. El dónde y porqué surgen las fracturas en el interior de este tipo de cráteres responde al tipo y morfología de las fuerzas volcánicas que empujan desde abajo. A grandes rasgos puede decirse que si estas intrusiones volcánicas subterráneas empujan de manera uniforme como si de un ascensor se tratara, tienen a desarrollarse fracturas concéntricas. En cambio si la intrusión se produce a partir de empujes más localizados como si se tratara de puntas de lanza, las redes de fracturas tenderán a ser en su mayor parte radiales desde estos puntos de empuje…

Al margen de esto, la fotografía de Mikel esconde dos secretos. Uno de ellos es el cráter “fantasma” que se esconde justo a la derecha de Atlas. Es el cráter llamado Atlas-E, del que tan solo podemos ver o intuir la huella de lo que fueron sus paredes. Este cráter nos muestra una imagen futura de lo que pasará con sus hermanos “jóvenes” Atlas y Hércules dentro de muchos millones de años.

El otro secreto es la existencia de unos parches de depósitos volcánicos tanto en el interior de Atlas como en el de Hércules, los cuales se encuentran enmascarados por la escasa iluminación de esta zona lunar esa noche. Tal y como reza el título de este artículo, los efectos del albedo tienen este tipo de consecuencias. Podemos ver en la siguiente imagen, extraída de la fantástica web de la misión LROC (http://webmap.lroc.asu.edu/lunaserv.html), que la iluminación del cráter es clave para poder llegar a percibir las diferentes tonalidades de los materiales volcánicos (señalados con flechas rojas) que han surgido de las fracturas del fondo de estos cráteres:

 

 

Buscando información acerca de estos cráteres he encontrado la siguiente imagen que me ha resultado espectacular. Es una fotografía de detalle de una de las fracturas que Mikel ha podido registrar en su foto. En ella se puede ver el “relleno” volcánico de la fractura, que muestra una textura “suave” producto del flujo de lo que en su día era lava líquida, rodeado de materiales de color claro, probablemente anortosita, y numerosos bloques y “pedruscos” procedentes seguramente de impactos cercanos.

 

Detalle de una de las fracturas que surcan el fondo del cráter Atlas (Fuente: NASA)

 

Fotografía de Txus Gutierrez: cráter Schickard y alrededores.

La segunda fotografía cuyo motivo central es el cráter Schickard y sus alrededores, fue obtenida por el compañero Txus Gutierrez con un sencillo Maksutov de 90 mm y la citada cámara ZWO ASI120:

 

 

El cráter Schickard (zona media-derecha de la fotografía) es un cráter espectacular, enorme y antiguo, además de ser el nº 39 de la lista Lunar-100. Tiene 227 km de diámetro y lo más llamativo, al margen del tamaño, es que su fondo está parcialmente rellenado por coladas de lava, las cuales le dan un aspecto bandeado, tal y como puede verse en la foto de Txusgu. Las zonas oscuras responden a coladas basálticas que generan suaves llanuras, en contrapartida con la zona central más clara de aspecto más caótico en fotografías de alta resolución. El efecto es evidente si jugamos con el albedo, siendo más fácil observarlo en noches en las que la iluminación sobre esta zona lunar tenga un alto ángulo, tal y como hemos comprobado antes a partir de imágenes de la web de la misión LROC:

 

 

En la fotografía puede verse otro cráter que siempre me ha llamado la atención por lo curioso que es. Se trata del cráter Wargentin (nº 43 de la lista Lunar-100) situado en la fotografía de Txusgu justo encima de Schickard. Si os fijáis bien os daréis cuenta de que el fondo de este cráter está completamente desbordado de lava solidificada hasta el punto de que el relleno volcánico llega a alcanzar la parte superior de las paredes exteriores del cráter, llegando a desbordarlas hacia la derecha de la fotografía, como si se tratara de un plato de sopa derramándose.

Bueno, pues después de conocer un poco más acerca de estos espectaculares cráteres sólo me queda felicitar a los autores de estas estupendas fotografías, los compañeros Mikel Martínez y Txus Gutierrez. Espero que sigáis deleitándonos con vuestras fotografías.

David Sedano