Astronomía desde Marruecos abril 2.010

Estas vacaciones de la primavera he aprovechado para irme junto con mi familia (Joan, Asier y Mila) a Marruecos a rememorar un poco el viaje que hicimos hace casi 20 años. Ha sido una bonita aventura de 4.500km con nuestro coche, en la que hemos conocido gentes y lugares, y en la que Joan de 5 años y Asier de 8 han demostrado ser unos grandes viajeros y unos inmejorables compañeros de aventuras.

Como no podía ser de otra manera me he llevado la cámara no sólo para inmortalizar los buenos momentos del viaje (todos), sino que también es una buena oportunidad para apuntar al cielo. En esta ocasión no he llevado telescopio y las imágenes están obtenidas con objetivos fotográficos y trípode.

Voy a realizar la presentación de forma cronológica

Asilah

El primer día en Asilah pude fotografiar la puesta de sol sobre el mar. Intenté capturar el rayo verde, pero en esta ocasión no hubo suerte. La puesta de sol es un acontecimiento que no se pierden ni los turistas ni los nativos y es un punto de encuentro precioso para contemplar ese momento mágico.

A la noche no me pude resistir a estrenar mi nuevo objetivo Sigma 10-20mm con un campo de 102º. La primera prueba fue espectacular ya que las fotos nocturnas de Asilah están realizadas desde dentro de la ciudad y la contaminación lumínica no permitía más… ni mi pulso, ya que me dejé el trípode en el coche y como comprenderéis después de 1.100km y toda la noche sin dormir no había muchas ganas ni de dar un paso. Así que me las ingenié para apoyar la cámara contra el carril de la ventana e intentar que el invento no se moviera… en dos ocasiones no se movió.

Atlas Medio

De camino hacia el sur Mila pudo fotografiar un bonito parhelio. Disco que semeja al arcoiris rodeando el sol. Cuando aparecen alrededor del sol o la luna nos indican que hay cristales de hielo en las capas altas de la atmósfera.

Arfoud

Hasta llegar a las puertas del desierto no pude realizar otras fotografías astronómicas. En este caso tomé unas imágenes en Arfoud en el restaurante Carla donde nos alojamos. Como entrada principal al desierto de Erg Chebbi el desarrollo urbanístico de la zona ha sido brutal en 20 años, y es considerable la contaminación lumínica… aunque la estampa con las palmeritas merece.

Erg Chebbi

Una de mis grandes ilusiones de este viaje era realizar una fotografía de la rotación terrestre sobre las dunas del desierto, iluminadas por la luz de la luna… suena bien ¿no?… Lo tenía todo superpensado, el material preparado y unas ganas impresionantes.

Para adentrarnos bien en el desierto contratamos un paquete que incluía el desplazamiento en dromedario durante una hora y media (unos 8 km), la cena y el alojamiento en unas jaimas. Al final nos juntamos 15 personas y el ambiente era genial. Allí conocimos a un par de buenas personas: Olga y Roberto con las que compartimos una buena charla, la cena y un buen momento de compañerismo viajero (gracias por estar ahí cuando no llegaba nuestro guía).

La tarde había estado con nubes y claros (más nubes que claros), la noche se estaba despejando y aproveché la fiesta que se había montado para ir haciendo boca. Fiesta bereber entre las grandes dunas, bajo Auriga, Los Gemelos y Marte.

A partir de ahí, el viento empezó a arreciar y las nubes cubrieron prácticamente todo el cielo. Lo que empezó con unas rafaguitas de aire se acabó convirtiendo en una tormenta de arena en toda regla. Nosotros tuvimos mucha suerte y no nos inundamos de arena. La vuelta al día siguiente fue espectacular. Gracias a los pañuelos tuareg, que nos cubrían la cara por completo, no se nos atascaron las orejas, la nariz ni los ojos, y podíamos contemplar el paisaje a través de la tela. Las lenguas de arena de las cimas de las dunas eran increíbles y el tono ocre del paisaje espectacular.

… de mi ansiada foto… pues na de na. Eso sí, no os podéis imaginar lo que sufrí limpiando el equipo al día siguiente en un hotel. Pero como seguimos la filosofía del protón, ya habrá otra oportunidad.

Gargantas del Todra

Pasado el desierto, acabamos en las gargantas del Todra. Impresionantes paredes de 300m cortadas a plomo atravesadas por el río Todra (claro). La imagen de abajo está tomada desde la orilla del río y se puede contemplar la constelación de Leo y Saturno entre las rocas.

La siguiente imagen está tomada desde la terraza del hotel donde nos alojamos. Mientras realizaba las fotos tuve la suerte de conocer a una familia superinteresante, con la que entablé una amistad que seguro perdurará. Es más, llegó un momento en el que dejé de hacer fotos para centrarme en la conversación, que era lo más importante en ese momento. Gracias Jon… me tatuaré a fuego tus palabras, y un abrazo a Ana, Asier y Mikel. La siguiente foto es para vosotros.

Ait Ben Haddou

Es un conjunto de kasbahs declarado patrimonio de la humanidad. Llegamos al atardecer y tuvimos tiempo de poder echar un vistazo antes de que se hiciera de noche. El conjunto monumental carece de luz, y tan sólo se pueden ver algunas luces de linternas cuando ha oscurecido.

Quería quitarme la espina del desierto y me propuse echar aquí los restos. Me decidí por quedarme al lado del río, para encuadrarlo junto con el “puente” de sacos terreros y el motivo central hacia el norte.

Como me gustó el encuadre, me quedé otras tres horitas más haciendo fotos para conseguir la imagen de abajo…

Cuando me dirigía al hotel me paré a fotografiar el minarete del pueblo con el fondo estrellado. Las luces del pueblo las apagan a las 0:00h y no me pude resistir a pesar de estar agotado. También me animó el comprobar que en el pueblo la temperatura era unos 8º superior a la que estuve soportando al lado del río.

En definitiva, que sigo pensando que cualquier sitio es bueno para disfrutar del cielo… y que las sensaciones de libertad y de sentimiento “planetario” se magnifican cuando te encuentras fotografiando el cielo nocturno en un lugar diferente al tuyo… un lujo.

Julio Corredera